1, 2, 3 por las primeras infancias: buscando oportunidades en un contexto de vulnerabilidades
- Martín Reyes
- 25 abr 2024
- 4 Min. de lectura
Imagínese por un momento que regresa a su infancia y está jugando a encontrar a otras niñas y niños. Sin embargo, a diferencia de todos los demás que lo hacen con la vista completamente despejada, usted se encuentra con los ojos vendados, ¿no le parecería injusto jugar en desventaja?
En el marco de una fecha tan significativa en México como el 30 de abril, Día del Niño y de la Niña, es oportuno recordar que el conteo del “un, dos, tres por…” a menudo viene acompañado de una emoción y un sentimiento de victoria al haber encontrado a alguien o algo. Lamentablemente, para muchas niñas y niños que se enfrentan a una serie de obstáculos económicos y sociales, la vida se asemeja a tener los ojos vendados, complicando su búsqueda de oportunidades, las cuales parecieran estar ocultas en un interminable juego de las escondidillas.
Desearía que este escenario se tratara de una simple analogía, desafortunadamente es una realidad palpable que afecta a una gran cantidad de niñas y niños en México. Un estudio reciente realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) revela que más del 54.3% de niñas y niños menores de 0 a 5 años viven en situación de pobreza. Cifra que se vuelve aún más alarmante en entidades como Guerrero y Chiapas, donde 8 de cada 10 niñas y niños se encuentran en condiciones de pobreza.
Es importante precisar que la pobreza no se limita a considerar únicamente los ingresos económicos insuficientes, sino que también contempla la incapacidad de satisfacer múltiples necesidades relacionadas con derechos sociales.
La ausencia de estos derechos tiene repercusiones preocupantes en el desarrollo infantil. Por ejemplo, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), la falta de acceso a servicios básicos como educación, alimentación o atención médica generan afectaciones en el desarrollo del lenguaje de niños de 1 a 4 años. Este aspecto es crucial ya que se considera como una aproximación de los niveles de desarrollo global en la primera infancia.
En México sólo 1 de cada 10 infantes menores de 3 años tiene acceso a algún programa de cuidado o educación inicial. Además, 13 de cada 100 padecen desnutrición crónica, mientras que 6 de cada 10 no cuentan con un esquema de vacunación completo.
Pero, ¿por qué resulta tan relevante resaltar los aspectos sociales de la pobreza durante la primera infancia? Las políticas públicas dirigidas a las niñas y los niños en sus primeros años de vida tienen el potencial de reducir disparidades desde el principio. Además, les permiten tener las mismas posibilidades de acceso a oportunidades de desarrollo, superando así las barreras impuestas por una injusticia sistémica que perpetúa sus condiciones de vulnerabilidad. En consecuencia, es fundamental adoptar estrategias efectivas para romper el ciclo de pobreza que se transmite de generación en generación.
No obstante, los principales desafíos se encuentran a la luz de la falta de voluntad política para promover intervenciones públicas con una visión a largo plazo, en donde es fundamental asegurar la atención continua no solo en la primera infancia (de los 0 a los 5 años), sino también a lo largo de todo el desarrollo infantil, hasta los 11 años. Asimismo, se requiere de una atención diferenciada que no solo considere la edad, sino también las necesidades específicas dentro de las diversas formas en las que se presenta la vulnerabilidad de las niñas y niños en contextos tanto urbanos como rurales.
Es evidente la necesidad de un enfoque de atención integral que abarque políticas públicas efectivas. Sin embargo, de manera paralela, es esencial generar un compromiso sólido por parte de la familia, la comunidad, el Estado y todos los integrantes de la sociedad en conjunto para garantizar el respeto y la protección de los derechos, así como un nivel de vida adecuado, tal como lo establece el artículo 11 de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
Actualmente vivimos en una sociedad que necesita involucrarse de manera urgente en iniciativas comunitarias y acciones de incidencia política que promuevan una cultura de responsabilidad compartida para promover los derechos de la infancia.
Es hora de dejar de jugar con la vida de las niñas y los niños y tomar medidas concretas para garantizar que cada uno de ellos tenga las oportunidades que se merece de crecer en un ambiente que fomente su desarrollo y bienestar.
Espero que esta columna nos invite a reflexionar sobre la tortuosa realidad que enfrentan un gran número de niñas y niños para acceder a oportunidades tan fundamentales para su desarrollo. Al respecto, vale la pena preguntarnos ¿qué podemos hacer nosotros para contribuir a cambiar su situación? Recordemos que las niñas y los niños no son solo el futuro, sino que ya forman parte activa de nuestro presente. Juntas, todas las personas, podemos trabajar para asegurar que cada uno de ellos tenga las oportunidades y el apoyo necesarios para alcanzar su máximo potencial.

Comments